La desaparición física del Comandante Fidel Castro el 25 de noviembre, al cumplirse 60 años de la partida del Granma desde Tuxpán Veracruz hacia territorio cubano, representa un momento singular para la Asociación Latinoamericana de Medicina Social.
Torrentes de tinta se escriben y escribirán por estos días para elogiarlo o para denostarlo mientras los periódicos de todos los signos no tienen más remedio que poner su foto en la tapa limitándose a elegir entre las más icónicas, las más antiguas o donde se lo vea más anciano.
La singularidad de lo que podemos expresar desde ALAMES es que en dimensiones que no alcanza ningún otro líder político, sentimos -y hay motivos de sobra para ello- que Fidel es nuestro, que es parte constitutiva de ALAMES.
No se trata de un deseo ni de un recurso retórico, lo hizo él mismo, metiéndose en el corazón de la salud, comprendiéndola como ningún otro líder desde adentro y transformando a la salud en uno de los ejes identitarios del proceso revolucionario y del internacionalismo cubano.
Que difícil resulta seleccionar los hitos que quedan en la memoria colectiva como el haber reconstruido la educación médica cubana hasta posicionarla como una referencia mundial a partir apenas de un puñado de 12 profesores al principio de la revolución cuando los médicos y sobre todo los profesores de medicina engrosaban las filas de quienes buscaban otros horizontes en Miami.
Como explicar esos primeros años en que las dificultades económicas, el bloqueo y el aislamiento impuesto por EE UU no fueron una excusa para postergar la salud ni la educación y en apenas una década la isla se poblaba de médicos, de enfermeras y de policlínicos mientras la población organizada y protagónica de esta gesta comenzaba a naturalizar que la salud es un derecho, que los servicios son públicos y gratuitos, que la mortalidad infantil podía reducirse estructural y sustentablemente y que ese derecho se extendía a todo el país, a las poblaciones urbanas y a las rurales a todo lo ancho y largo de la isla.
Como explicar la fuerza con que la diplomacia cubana instalaba sus temas de agenda forzando a las grandes potencias a discutir cara a cara en cada organismo internacional sobre políticas de salud y sobre sus pobres programas de supuesta cooperación internacional. Como medir hasta qué punto logró influir en organismos internacionales de salud como la OMS o la propia OPS que por su carácter dual de Interamericana y mundial no pudo excluir a Cuba de sus países miembros.
Como ignorar ese momento dilemático a principio de los 80’s cuando la planificación sanitaria demostraba palmariamente que debía discontinuarse el ingreso a las facultades de medicina porque no había condiciones para una mayor absorción laboral. Fue entonces otro momento revelador de su perspectiva de largo plazo en el que Fidel personalmente comienza a liderar un proceso de formación de médicos de familia, nuevamente 12 pioneros que una vez ajustado y validado el proceso formativo inaugurarán en 1986 un nuevo ciclo en la revolución sanitaria.
Apenas una década después el número de médicos se había más que duplicado y ese nuevo médico especialista de las 120 familias ya representaba más del 50 % de los médicos de la isla y los equipos de salud viviendo en cada barrio, en cada localidad pasaron a engrosar el equipamiento social y a constituirse en parte de la vida cotidiana de las comunidades.
No se imaginaba al comienzo de ese proceso que apenas tres años después la URSS pudiera colapsar y mucho menos cuando pocos apostaban que la revolución cubana pudiera sobrevivirla.
Será para 1991, en una cumbre de Educación Médica en Punta del Este, allí donde 30 años antes el Che entonces Ministro de Economía había disertado, que el Viceministro de Salud responsable del área educativa va a pronunciar un diagnóstico contundente. Los grandes logros de la revolución cubana en salud los logramos antes de contar con médicos de familia pero no los perdimos durante el período especial gracias a los médicos de familia. Cabe señalar que, a la vez Cuba avanzaba importantemente en el área de la biotecnología creando productos para las necesidades de tratamiento de diversos padecimientos.
El internacionalismo ha estado en los genes mismos de la revolución cubana pero el rol de la diplomacia sanitaria llevó a Cuba a los niveles más importantes de protagonismo en cada proceso transformador, en cada crisis humanitaria. Ningún país en la historia a disposición de la humanidad la cantidad y proporción de recursos que Cuba ha ofrecido en mas de 80 países en África, en Asia, en América Latina, en el Caribe y si la sensatez lo hubiera permitido hasta en los EE UU, durante el desastre que el huracán Katrina produjo en Nueva Orleans.
En 1998 luego de los desastres de los huracanes Mitch y George el propio Fidel llegó a la conclusión que hacía falta dar un paso más, eran jóvenes de los propios países quienes podían en forma más sustentable, hacer llegar los aportes de la salud y del acompañamiento profesional a las poblaciones más apartadas, más desprotegidas para lo cual se creó la Escuela Latinoamericana de Medicina ELAM . Una década después 25.000 médicos de 84 países, incluyendo EE. UU. Se habían graduado y muchos de ellos especializado en la ELAM.
Fue en las escalinatas de la Facultad de derecho en Buenos Aires en su visita a Argentina en mayo del 2003, donde Fidel se ocupó de explicar personalmente la concepción profundamente revolucionaria antes que humanitaria de la diplomacia médica cubana. “Dicen que los Estados Unidos pueden enviar un misil inteligente al rincón más apartado y oscuro del planeta; Cuba puede enviar un médico al rincón más apartado u oscuro del planeta”.
No se trataba de ninguna exageración, terribles desastres como el terremoto y la subsecuente epidemia de cólera en Haití en el 2010 o la epidemia de Ébola en África Occidental en el 2014 encontraron, a la cooperación cubana en la vanguardia de la cooperación.
Dos años después la portavoz del Gobierno norteamericano Marie Harf tuvo que referirse a ello “reconocemos y apreciamos la colaboración de Cuba. Francamente que un país tan pequeño esté proporcionando tantos recursos -más que muchos otros países- francamente supone una contribución muy significativa” Posteriormente el propio Secretario de Estado John Kerry ratificó esas declaraciones y brindó más precisiones “Cuba, un país de solo 11 millones de personas, ha enviado 165 profesionales de la salud y se propone enviar cerca de 300 más”.
Durante sus 30 años de existencia ALAMES fue una caja de resonancia y se sintió respaldada en esta enorme y generosa apuesta a demostrar que el derecho a la salud es posible. Cada uno de los compañeros y compañeras de ALAMES Cuba participando activamente en nuestras redes temáticas, ofreciendo sistemáticamente ser sede de nuestros Congresos, protagonizando nuestros encuentros e iniciativas traían las fuertes resonancias de una forma particular de ser parte, de ser miembro de ALAMES representando a todo un país.
ALAMES no tiene organizaciones, estados o países miembros como asociados y por ello se solidariza con el pueblo cubano y despide a la persona que representa como nadie a esa inconmensurable gesta antiimperialista, al Comandante Fidel Castro Roux, quien ha acompañado e inspirado el devenir de ALAMES por tres décadas como se despide al primero, al fundador, al mejor de sus asociados.
¡Hasta Siempre Comandante!
Coordinación de ALAMES
Bogotá, Buenos Aires, Foz de Iguazú, Ciudad de México., 27 de noviembre del 2016